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Yoga Terapia y Ayurveda.

Actualizado: 21 nov 2022

por Gabriela Binello


Hermanas con un mismo objetivo: asistir en la sanación del ser humano.


Yoga Terapia está lejos de ser una disciplina con “ejercicios suaves” que “cuidan la columna”.

La práctica de yoga excede a cualquier propuesta de ejercicios, posturas o secuencias (vinyāsas) “físicas”. Yoga es el arte y la ciencia de refinar la mente y para ello, propone diferentes caminos y herramientas de acuerdo a la naturaleza de cada ser humano. La herramienta “física” es tan sólo una mínima parte de esa propuesta.

Dicho esto, dado que en occidente muchas personas suelen asociar al yoga con las prácticas “físicas”, entendemos que cualquier práctica de yoga tradicional (terapéutica o no terapéutica) que involucre āsanas (posturas), debería enfocar su atención en “cuidar la columna”. Esta es la base de toda práctica de asanas. Hay dos razones que fundamentan esto. La primera es ahiṃsā. Ahiṃsā es un principio de no violencia (lastimar o no cuidar a un alumno, ya sea por intencionalidad o negligencia, es violentar) que es pre-requisito fundacional de cualquier propuesta llamada yoga. Ahiṃsā o no violencia, “cuidar” al alumno, su proceso y por supuesto, su columna, debería atravesar cualquier vínculo en yoga y cualquier desempeño profesional. La segunda razón es muy simple: las āsanas (o posturas) centran su impacto y función en un modelo anatómico de canales sutiles que presentan similitudes con el recorrido de los principales centros nerviosos a lo largo de la columna vertebral. Y si bien este modelo sutil no puede traspolarse directamente al modelo del cuerpo humano propio de la anatomía occidental, ambos modelos presentan similitudes. Por ende, cualquier práctica de posturas (āsanas) convencional (no necesariamente terapéutica) debería “cuidar la columna”.


Pero entonces, ¿qué es yoga terapia?

Yoga terapia o yoga terapéutico es el arte de restablecer balance en el sistema humano a partir de refinar la herramienta más sutil: la mente. Tiene un objetivo común al yoga no terapéutico; sólo que aquí, la mente de ese alumno está en una situación de desbalance más profundo y eso ha llegado a impactar negativamente a otras dimensiones de sus sistema. Podríamos decir que aquellos estados elevados de conciencia que se proponen para un ser humano que goza de buena salud en el yoga convencional, aquí tendrán que asumir otro significado.


La “liberación del sufrimiento” (mokṣa) en yoga terapéutico puede significar reconocer, aceptar y desactivar ciertos patrones mentales (vasanas) que nos llevan a la expresión de una enfermedad o condición de salud puntual.


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Según la International Association of Yoga Therapy (IAYT), yoga terapia es el proceso que permite a las personas progresar hacia una mejor salud y bienestar a través de la aplicación de las enseñanzas y prácticas del yoga. Habla de un “proceso” y progreso para acceder a un estado de bienestar a través del yoga; no de otra cosa. Eso, a su vez, implica cierto grado de transformación que, si bien va siendo alternado por fases de pacificación de los síntomas (śamanam) y/o limpieza (śodhanam), está lejos de ser meramente una intervención que sólo enfría síntomas a través de “movimientos suaves”.

Retomando esta idea inicial de enfocarse en el refinamiento de la mente del alumno en una condición de desequilibrio de su salud, yoga terapia propone un proceso de auto-empoderamiento, donde el alumno, con la ayuda del terapeuta de yoga, implementa una práctica de yoga personalizada y en evolución, que no solo aborda la enfermedad de una manera multidimensional, sino que también tiene como objetivo aliviar su sufrimiento de forma progresiva, no invasiva y complementaria.

Dependiendo de la naturaleza y el estado de evolución de la enfermedad, yoga terapia no solo puede ser preventiva o curativa (por ejemplo en ciertos casos de dolor crónico, stress, depresión, ansiedad, insomnio, colon irritable) sino que también apunta a un proceso de sanación integral de ese ser humano (su mente más profunda).

Esto requiere de un proceso sostenido en el tiempo y enmarcado en ciertos parámetros. Entre los principales:

-Las prácticas de yoga terapéutico sólo pueden ser individuales. Excepcionalmente y con un fin más bien educativo es posible practicar yoga terapia en grupos muy reducidos en donde se enfoque una condición en particular (por ejemplo un grupo de alumnos en donde todos cursen cefaleas).

-El abordaje es multidimensional, progresivo y flexible: cualquier herramienta de yoga (no sólo las posturas sino también y especialmente, respiraciones, sonidos, rituales, cantos, mudras, cambios en los hábitos de vida y de alimentación) se adapta a la situación y el objetivo de cada alumno.

-La respiración y el sonido suelen ser las herramientas más utilizadas para acceder a cambios más profundos en los patrones que detonan los síntomas y la enfermedad o condición de base.

-En un mediano plazo, cambios estratégicos en el estilo de vida (por ejemplo, los espacios y tiempos de descanso, la implementación de terapias de masajes, entre otros) y la alimentación (la regularidad de la ingesta, las combinaciones de alimento apropiadas en cada caso) son parte de este proceso de yoga terapéutico. En muchos casos, éstos son facilitados por la misma práctica. Es por eso que se establece una gran sinergia con la implementación de simultánea con la medicina ayurveda.


Principales focos de aplicación de yoga terapéutico

Las principales condiciones y enfermedades en donde yoga terapia viene ejerciendo impactos positivos importantes hasta la fecha son: dolor crónico, artritis, asma, colon irritable, acidez-úlceras digestivas, problemas musculo-esqueléticos, stress, depresión, ansiedad, síndrome post-traumático, síndrome de atención dispersa, insomnio. A su vez, existen diversos ejemplos de reducción de síntomas en: diabetes, hipertensión, cáncer, alzheimer, esclerosis múltiple, enfermedades autoinmunes, HIV, problemas cardíacos, parkinson, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, osteoporosis, esquizofrenia, desórdenes alimentarios, adicciones y autismo.


Elegir a un profesor en yoga terapéutico

Es evidente que para trabajar con estos marcos, un profesor de yoga terapéutico debe contar con una expertise que excede ampliamente al ajuste de posturas o respiraciones.

Los programas reconocidos para formarse como profesor de yoga terapia suelen ser de 1000 horas (de las cuales al menos 600 son presenciales -con ejes en los fundamentos de la yoga terapia y el ayurveda- y otras 300 de residencia práctica en algún centro de salud) y requieren que sus aspirantes ingresen con una formación básica de profesorado de yoga de al menos unas 300 horas de cursada presencial.

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Las sesiones de yoga terapéutico

Las formas de llevar adelante las sesiones individuales de yoga terapia pueden variar en su implementación pero son encuentros regulares en donde se va supervisando y ajustando lo que el alumno practica en su casa. En cualquier caso, en una entrevista inicial, se espera un relevamiento bastante exhaustivo de la historia médica del alumno así como sus necesidades físicas, mentales, energéticas y espirituales. Se observan todas las dimensiones de ese alumno a través de diversas técnicas de observación (trividha parīkṣā; nāḍī parīkṣā). Se parte exactamente desde donde el alumno está en ese momento; no desde un modelo pre-configurado. Todo esto se basa en diferentes modelos y fuentes del yoga más tradicional: desde los yoga sutras hasta secciones de los upaniṣad (Yajur Veda; Atharva Veda). Y por supuesto, en sincronía con el Ayurveda y los fundamentos de la filosofía sāṅkhya. Esta integración y manera de implementación lleva mucho tiempo no sólo de estudio sino de experiencia práctica.


Yoga terapia NO es una sumatoria de conocimientos y disciplinas aisladas

Aquí es cuando hacemos especial hincapié en que no es posible trasladar y acumular el sentido y las enseñanzas de un modelo que tiene más de cuatro mil años con parámetros y disciplinas de otros modelos que arrancan apenas con nuestra era moderna. Aún cuando nuestra mente occidental tienda a hacerlo. Queremos comparar, rotular, nombrar con un vocabulario que nos sea afín. Y más que nada, necesitamos validar con un lenguaje racional y occidental (familiar) algo que no podemos captar porque “habla" en un idioma completamente diferente. Con esto no sólo nos referimos al sánscrito (que también influye), sino al lenguaje que usaban los yogis y yoginis al dar cuenta de estos modelos sutiles desde la oralidad y una manera de aprender completamente diferente a nuestros parámetros mentales.


La intención de muchas propuestas actuales de yoga terapia que asumen la perspectiva de reunir, intercalar o mezclar información de textos que tienen al menos dos mil años con la mirada de un kinesiólogo, un fisioterapeuta o un osteópata puede ser muy noble.


Estos intentos por “medicalizar” o “anatomizar” al yoga tienen mucho que ver con la necesidad de traer legitimidad a un conocimiento muchas veces trivializado y subestimado por exceso de esoterismo, imaginación y/o proyecciones personales, entre otros intereses.

Sin embargo, el lenguaje del yoga no es el lenguaje de la ciencia médica occidental. Y, sólo por mencionar a las asanas, éstas no son disposiciones de músculos, tendones y huesos. Tampoco son asistentes de glándulas o sistemas anatómicos.


Sin embargo, ¿vamos a descartar la integración que la evolución, la ciencia y la comunicación nos ofrece? Por supuesto que no. Es hasta gratificante acceder a registros de ciertos estados de lucidez y conciencia en esos primeros yogis y yoginis y asistir, por poner sólo un ejemplo, a los resultados de la Universidad de Wisconsin que comprueban la activación del cortex prefrontal izquierdo en el cerebro de un entrenado meditador budista.


Yoga como un camino de expansión de potencial.
Yoga como un camino de expansión del potencial.

Pero entonces, ¿integramos o no?

Integrar es formar una parte de un todo; completar “un todo” con algo que suma y que estaba faltando. Al formar esa parte, “eso que es” no deja de ser. Tenemos que poder respetar la entidad de cada parte para que la integración sume. Esto significa comprender los límites y las posibilidades que nos brinda cada disciplina: la anatomía con sus disecciones; la osteopatía con sus clasificaciones y técnicas de abordaje, la kinesiología con sus intervenciones, la biomecánica, la reeducación postural global (RPG).


Y, por otro lado, tomar una decisión de cuál es el lenguaje principal de nuestro campo de trabajo; dónde nos paramos para mirar. Todos los focos no resultan. Como los mismos yoga sutras lo definen: “un solo foco”(YS.I.32). Por ejemplo, si soy profesor de yoga y busco intervenir con posturas para generar una reeducación global de músculos, tendones y huesos, probablemente mi aporte sea limitado y/o deficiente. Básicamente porque por más que estudie o sume esa información, yoga no propone eso.


De la misma manera, si un médico alópata pretende aplicar medicina ayurvédica exclusivamente “reemplazando” hierbas y terapias de panchakarma (tratamiento de desintoxicación y limpieza que tradicionalmente se lleva a cabo durante 5 semanas de abordaje holístico) con sus versiones locales, probablemente el alcance de las mismas sea superficial. En ambos casos, tanto quien aplica yoga como quien aplica ayurveda, el eje de la eficiencia en su intervención reside en hacerlo desde un cambio completo de paradigma.


Esto es: un profesor de yoga terapéutico no percibe y actúa acumulando información anatómica y legitimando cada cosa que percibe con un diagnóstico médico. Por otro lado, un médico formado en ayurveda más allá de conocer de anatomía humana y tener en cuenta algún estudio médico, percibe a cada paciente desde unos parámetros que no necesariamente necesitan ser una y otra vez contrastados en un laboratorio o diseccionando un cadáver en una morgue.

Ambos, yoga y ayurveda, se apoyan en el modelo de evolución de la filosofía sāṅkhya. Un modelo que describe el origen y la evolución de este universo. Y que, desde allí, comprende a los elementos que convierten al ser humano en eso que es. El ayurveda incluye el aspecto espiritual de un ser humano para definir su "salud". Los médicos ayurvédicos evalúan la “salud” de cada ser humano en términos de los elementos que lo componen (bhūtas: ākāśa-éter; vāyu-aire, tejas-fuego; ap-agua; pṛthivī-tierra), el fuego interno en cada proceso metabólico, los tejidos (dhātus), los canales y zonas de concentración de energía vital (prāṇa, nāḍīs, srotas, marmas), los biotipos que prevalecen en cada ser humano (doṣas), las cualidades sutiles de la energía que predispone la mente de cada persona (guṇa), los sabores (rasas) que componen a cada humano, entre tantas otras variables del estilo. Todo esto (bhūtas, nāḍīs, srotas, marmas, etc.) no puede ser contrastados por un método científico racional occidental. No se encuentra en un examen de laboratorio. Ni en una resonancia. Ni en una radiografía. Ni en una tomografía. O al menos, no con ese idioma. ¿Entonces no existe?


¿Qué hacemos con nuestra parte del cerebro que no usamos?

Cada uno sabrá responder esta pregunta. Pero aquí yo agrego un par más, ¿quién puede afirmar que la ciencia médica occidental agota las respuestas existenciales de nuestra salud, nuestro bienestar y nuestra evolución? ¿Cuán refinada puede ser la observación y percepción integral de un paciente cuando el profesional que diagnostica sólo se basa en informes y estudios “contrastados” aislados (tomados en diferentes lugares, por diferentes personas, con diferentes equipos, etc.etc.etc)? ¿Qué hacemos con nuestra parte del cerebro que no usamos?

Por supuesto que no se trata de desestimar el enorme aporte que la ciencia médica nos regala. Sino de aclarar el campo de estudio del yoga en cuanto a su intervención terapéutica.

Yoga Terapia es un abordaje que nace de la mano de la medicina ayurvédica. Se apoya en los mismos pilares, nace de la misma madre: el saṅkhyā. Eso implica ciertos parámetros muy específicos donde se define qué es salud y qué es “enfermedad” (dolencia o sufrimiento). Con respectivas causas, niveles y fases de esa enfermedad en donde se establecen abordajes muy diferentes. En donde no hay una sola partícula de nada que no esté implicando al todo. En donde al “paciente” (para el médico) o al “alumno” (en yoga terapéutico) se lo observa y aborda desde lo específico hasta lo inespecífico; desde lo burdo a lo sutil; desde afuera hacia adentro; desde la parte al todo. Es otra manera de mirar. Es otra manera de percibir. Es otra manera de procesar e intervenir. Es otro lenguaje. Otros parámetros. Otro paradigma.


Aplicar yoga terapéutico implica cambiar de paradigma.

Claramente es más cercano y familiar apelar a disciplinas y conocimientos legitimados y prestigiosos dentro del campo hegemónico occidental. Sin embargo, hacerlo nos priva de una mirada tan disruptiva como eficiente. Una mirada que nos obliga a salir de nuestros marcos de percepción habituales. Con todo lo que eso significa para nuestras mentes acomodadas en sus zonas de comfort. Movernos de esos lugares molesta. Incomoda. Ya que lo primero que va a pasar cuando nos mudemos de zona es: no ver, no saber, no entender, no clasificar, no diagnosticar…. por un rato. Sólo cuando estemos dispuestos a soltar esta necesidad de acumular información para controlar, el camino hacia un nuevo marco de percepción se habrá comenzado a abrir. Y allí, sólo allí, estaremos practicando yoga terapia. De la mano de su hermana, ayurveda.


Gabriela Binello


Yoga Therapy and Ayurveda.

Sisters with the same goal: to assist in the healing of the human being.

Yoga Therapy is far from being a discipline with "soft exercises" that "take care of the spine".

The first thing we have to clarify is that the practice of yoga exceeds any proposal of “physical" exercises, postures or sequences (vinyasas). Yoga is the art and science of refining the mind and for this, it proposes different paths and tools according to the nature of each human being. The "physical" tool is only a minimal part of that proposal.

That said, since in the West many people tend to associate yoga with "physical" practices, we understand that any traditional yoga practice involving asanas (postures) should focus on "caring for the spine." This is the basis of all asana practice. There are two reasons for this. The first one is "ahimsa". Ahimsa is a principle of non-violence (hurting or not caring for a student, whether by intentionality or negligence, is violent in itself) which is a foundational prerequisite of any proposal called yoga. Ahimsa or non violence, "caring" for the student, his process and of course, his spine, should permeate any link in yoga and any professional performance. The second reason is very simple: the asanas (or postures) focus their impact and function on an anatomical model of subtle channels that show similarities with the path of the main nerve centers along the spine. And although this subtle model can not be directly transposed to the model of the human body of Western anatomy, both models have similarities. Therefore, any practice of conventional postures (asanas) (not necessarily therapeutic) should “care for the spine".


But then, what is